jueves, 23 de diciembre de 2010

Relato soñado, de Arthur Schnitzler


Durante los días de un carnaval, un matrimonio comienza la enfermiza ocupación de charlar acerca de ciertos momentos en que pudieron haber abandonado al otro gracias al encuentro con un desconocido que habría cambiado sus vidas. Así, Albertine narra a Fridolin cierta ocasión durante sus últimas vacaciones en la costa danesa, donde se encontró con un hombre en el que sospechó al amor de su vida, y con quien, sin embargo, jamás cruzó palabra. Mientras que Fridolin, tras esa confidencia de infidelidad no lograda, le cuenta que en ese mismo viaje, se topó con una muchacha de unos quince años mientras se cambiaba en una cabina cerca del mar, y que ambos se miraron como sólo se miran ciertos acontecimientos una vez en la vida, aunque nunca intercambiaron más que intensas miradas.

Un juego peligroso para un matrimonio, porque ambos quedarán con un humor destemplado gracias a la sospecha de traición que prevén en el otro. Así, al empezar la noche, llega el requerimiento de que Fridolin, que es médico, visite a uno de sus pacientes, el cual está muy cerca de la muerte. Entonces Fridolin se embarcará hacia una noche llena de acontecimientos extraños, cuyo eje parece ser una lubricidad vengativa contra la traición no consumada de su mujer, primero con la seca y dulzona hija del paciente muerto, más tarde con una prostituta muy joven de la que huirá en el último momento, y finalmente, y la más rara de todas, con una mujer que conoce fugazmente y que además quiere salvarlo de algo terrible que podría ocurrirle, todo en medio de un misterioso rito lleno de lujuria en el que todos están disfrazados y enmascarados de monjes. Y aunque Fridolin logra escapar del peligro, quedarán flotando en las aguas de la novela los fracasos amorosos de esa noche, aunados a un sueño humillante de su mujer y a una muerte que podría relacionarse con él, elementos que enrarecen un final de redención.

Relato soñado, pequeña obra maestra de Arthur Schnitzler, explora de forma alucinante ciertas zonas oscuras de la vida de pareja, allí donde suelen guardarse los anhelos más inconfesables, ésos que tarde o temprano suelen emerger, ya sea a través de aventuras oníricas o mediante deseos truncos en los que el principal muro podría ser la propia cobardía.