miércoles, 11 de enero de 2012

Blanco nocturno, de Ricardo Piglia



Un crimen atípico ha sido perpetrado en una provincia de Buenos Aires. Tony Durán, un mulato puertorriqueño radicado en Nueva Jersey, que además porta una maleta llena de dólares –misteriosa, más que por su contenido, por la finalidad que tendrá el dinero– ha llegado a un pueblo que, en apariencia no tiene gran cosa de qué destacarse del resto de pueblos perdidos en la Pampa argentina, en donde hay una ingente cantidad de gauchos ocupados en sí mismos, se hacen grandes apuestas en carreras de caballos y todo parece sumido en una prolija soñolencia.

Sin embargo, tras el extraño asesinato de Tony Durán, veremos que bajo la aparente tranquilidad del pueblo, subyace una red de sórdidas pasiones urdidas por un puñado de personajes que, antes que aclarar el misterio y los móviles del crimen, lo enturbiarán mediante sus ambiciones, al grado de que el misterio, aunque resuelto en buena parte, quedará con innumerables cabos sueltos que nunca serán esclarecidos. Para ello, Piglia se valdrá de algunos personajes claves:

Croce, el viejo comisario, quien ostenta una intuición que lo ha llevado a develar misterios que, de otra forma, habrían terminado por hacer que justos pagaran por pecadores. Sin embargo, Croce tiene en el fiscal Cueto a una especie de Némesis que perturbará los rumbos que llevaba su investigación y que lo orillará al descrédito público.

Sofía y Ada Belladona, hermanas gemelas, producto del segundo matrimonio del viejo Belladona –el terrateniente del pueblo–, y cómplices en más de una travesura. En un viaje que hacen por los casinos de Atlantic City, conocerán a Tony Durán, con quien tendrán un ménage à trois hasta que Sofía decide abandonar el juego, acaso por herir en demasía su sensibilidad. Ellas dos serán parte fundamental para aclarar el misterio de la maleta de Tony, así como para mostrar la red de intrigas que rigen en el pueblo.

Emilio Renzi, periodista y escritor de Buenos Aires –y según muchos, alter ego de Piglia. Llega al pueblo un poco a regañadientes para cubrir la nota del asesinato de un estadounidense –por más que sea un puertorriqueño mulato– en suelo argentino. Sin embargo, de inmediato sospecha un trasfondo turbio y decide permanecer más tiempo del que el diario le ha dado en un principio, para ayudar soterradamente a Croce, con quien ha congeniado desde el primer instante. Además tendrá una aventura con Sofía Belladona, y de esa forma podrá conocer detalles acerca de la historia que de otra manera serían muy difíciles de adquirir.

Luca Belladona, hermano mayor de la gemelas, e hijo del primer matrimonio del viejo con una irlandesa. Es un soñador, y está aferrado a continuar siendo el dueño de la fábrica que iniciara con su hermano Lucio, quien muriera en un accidente automovilístico del que el propio Luca salió ileso. En la novela, Luca será una especie de botín moral de Cueto, que tras el fracaso de su plan por apropiarse del dinero que llevaba Tony, le tenderá una trampa en la que lo pondrá a escoger entre la rectitud moral, aunque con el abandono de su sueño, o bien, la realización del sueño a costa de la tranquilidad de su conciencia, con resultados fatales.

Con Blanco nocturno (2011) Ricardo Piglia emprende una novela policial polifónica que, contrariamente a lo que suelen buscar esas novelas, no busca restablecer un orden determinado, y por tanto, la verdad estará condenada a permanecer en las tinieblas, o en el mejor de los casos, en la mente del lector, que quizás encuentre la solución siguiendo el flujo de los razonamientos de Croce, de Renzi y de Sofía Belladona, pero que al mismo tiempo se verá imposibilitado a intervenir en el flujo de los hechos, y sólo podrá contemplar cómo algunas de las más bajas mezquindades pueden triunfar en un mundo que ya no tiene cabida para los sueños de aquellos que aún se atreven a eso: a soñar.

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